viernes, 18 de febrero de 2011

Contubernia Gregoriana X: Petavonium

A finales del siglo I a.C., la Legio X Gemina se asienta en el valle de Vidriales, entre los actuales pueblos de San Pedro de la Viña, Rosinos de Vidriales y Santibáñez de Vidriales, en un lugar de gran interés estatégico: junto a la Via XVII, que unía Bracara Augusta con Asturica Augusta (pasando por Aquae Flaviae), que permitía la comunicación con la Gallaecia por un lado y, desde Asturica, con la Lusitania por otro, siguiendo la Vía de la Plata, y cerca de la zona en que se habían desarrollado las guerras contra cántabros y astures (26-19 a.C.) y del complejo minero de Las Médulas.

El primer campamento ocupaba 17 ha., tenía capacidad para más de cinco mil soldados y estaba protegido por una muralla y un foso doble. La función de la legión era pacificar, controlar y administrar el territorio y entrenar a las tropas auxiliares reclutadas en la zona.


En el año 63 d.C., la Legio X Gemina marcha a combatir en la frontera del Danubio y el campamento queda deshabitado, hasta que en época de Domiciano se acantona dentro del viejo cuartel el Ala II Hispanorum Civium Romanorum, una unidad auxiliar de caballería de jinetes hispanos con ciudadanía romana. Levantan en el interior del campamento uno mucho más pequeño, de 4,5 ha., rodeado por una muralla de mampostería trabada con argamasa, con torres en su perímetro y cuatro puertas orientadas a los cuatro puntos cardinales, y un foso de unos 4 m. de anchura. Las nuevas edificaciones están cerca de la muralla, y por eso se hace la ronda tras la muralla vieja. Quedan restos de dos puertas (la decumana y la praetoria, esta última con dos vanos, uno de entrada y otro de salida, flanqueada por dos torres para los cuerpos de guardia y con una cisterna próxima), los principia o cuartel general, el valetudinarium u hospital, construcciones residenciales y para actividades diversas de la tropa. A partir de Diocleciano, se transformó en la Cohors II Flavia Pacatiana, activa todavía a finales del siglo IV d.C.



A las tropas les seguía siempre un gran número de civiles (familiares, comerciantes, prostitutas, esclavos…), que se asentaban en las proximidades de los campamentos dando lugar a núcleos de población a veces muy extensos. Petavonium es el nombre que recibió la ciudad que nos ocupa y llegó a ocupar entre 80 y 90 ha. Su centro urbano podría encontrarse en torno a la actual ermita de Nuestra Señora del Campo, y posiblemente tuvo termas públicas y un templo dedicado a Hércules. La ciudad continuó habitada hasta las invasiones bárbaras, en el siglo V d.C.
En el Itinerario de Antonino se menciona la mansio de Petavonium; de este núcleo de población civil quedan escasos restos: la fuente romana de San Pedro de la Viña e inscripciones en casas e iglesias de los alrededores.

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