martes, 24 de diciembre de 2013

Samos y sus tres maravillas

Imagen: R. Mariño (CC BY NC ND)
       Podría pensarse, no sin razón, que la primera maravilla de Samos es haber tenido por hijo nada menos que a Pitágoras, un "samio universal", conocidísimo al menos por su teorema, o bien haber sido la cuna de Coleo, el primer griego del que sabemos que anduvo por tierras de la Península Ibérica.

     También cabría pensar que otra maravilla debió de ser el anillo  de oro y esmeralda obra de Teodoro de Samos, valiosísima posesión de Polícrates, arrojado por este tirano al mar para seguir el consejo que le había dado su amigo Amasis, faraón egipcio: tras hacerse con el poder, Polícrates  sumaba tantos éxitos uno tras otro en todo lo que emprendía que Amasis le recomendó que, para evitar la envidia de los dioses,  se deshiciera de la más valiosa de sus posesiones: su sello. 

      Pues ni Pitágoras ni el anillo; según nos informa Heródoto en el libro III de su Historia, las tres maravillas de Samos fueron tres obras públicas de muy altos vuelos, capaces de aumentar el esplendor de la corte y dar trabajo a los artesanos : el túnel de Eupalino bajo el monte Ámpelo, de más de 1.200 metros de longitud y casi dos metros y medio de alto y ancho, acueducto que servía también para salir huyendo de la ciudad en caso de necesidad; la escollera que protegía el puerto, de más de 300 metros de larga y al menos 35 metros de profunda; y el templo de Hera, de más de cien metros de largo por cincuenta y seis de ancho, y ampliado después de haber sido arruinado por un incendio, actualmente Patrimonio de la Humanidad.

        Restos de estas tres maravillas son aún visibles en la verde isla, y pueden verse en este enlace: Samos.

Túnel de Eupalino- Imagen: R. Mariño (CC BY NC ND)

No hay comentarios:

Publicar un comentario